Un monumento de combate
Por Antonio Peredo Leigue
Con siete metros de altura, el monumento al Comandante Ernesto Che Guevara que se levantará en El Alto de La Paz (Bolivia), tiene más la imagen de su lucha que de su fisonomía.
Esa es la impresión que queda cuando se ven las partes que serán ensambladas cuando se levante sobre un pedestal de tres metros en La Ceja que, a la vez, es el punto en el cual se unen las ciudades de El Alto y La Paz , y el centro de encuentro social y político de la población que las habita.
La efigie ha sido construida con técnicas de soldadura, usando como materia prima piezas y restos de vehículos y maquinarias.
Porta un fusil y afirma sus pies sobre la cabeza y el cuerpo de un águila vencida. El Che está en actitud de combate.
Significativamente, el arma está plasmada con cartuchos de proyectil y en su pecho sobresalen tuercas, pernos y engranajes que expresan esfuerzo, constancia y decisión.
Félix Durán Zuazo es un joven egresado en 1989 de la Carrera de Bellas Artes, de la Universidad pública de La Paz (UMSA). Su nombre artístico: Tupa, lo lleva con orgullo, en reconocimiento a sus ancestros originarios, pese a sus apellidos castizos.
Se define como obrero del dibujo, la pintura y la escultura. Afirma que es compañero del pincel, la brocha, el martillo, el fierro y la arcilla. Con esas herramientas y esos materiales construye su mundo, que es un mundo para todos.
No extraña, por lo tanto, que se declare convencido de que el arte debe estar al servicio de los pueblos.
El monumento, que desde este junio presidirá las concentraciones populares y los corrillos de amigos en La Ceja de El Alto, hará que Tupa sea conocido como el creador que dio vida a la imagen del Che en la dureza del metal, la complejidad del engranaje y la ternura de su pulimento.
La idea de levantar un monumento al Comandante de América constituye una vieja aspiración de los hombres y las mujeres bolivianos.
Cuando se recordaron 20 años de su inmolación, se inició una tradición: estudiantes de toda América y otros continentes se reunían en La Higuera para rendirle homenaje.
Colocaron un busto pequeño y llevaron a cabo una vigilia con mensajes políticos y música rebelde. Ocurría que, en el curso de la misma semana, un grupo de militares llegaba al lugar para destruir el busto que, un año después, volvía a colocarse en el mismo sitio.
Así se llegó al trigésimo aniversario de su asesinato. La Fundación Che Guevara organizó y realizó un Encuentro Mundial en Vallegrande.
Múltiples actividades se efectuaron en esa oportunidad, entre ellas la instalación de un busto de grandes dimensiones (más de dos metros), frente al cual se hizo el homenaje de ese aniversario. Esa vez no hubo intentos de destruirlo y allí permanece hasta ahora.
De todos modos, hacía falta un monumento de las características que posee el que se levantará por estos días. Allí estará, en La Ceja de El Alto, recordando el coraje y la valentía que es atributo de las mujeres y los hombres de ese centro y, a la vez, propiciando, con su imagen presente, el valor de seguir luchando por los derechos del pueblo.
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