¡Hoy hay que ser Macho, Evo!
Arturo von Vacano
En su tradicional inocencia y barbarie, el pueblo boliviano (una mayoría)
creyó que las últimas elecciones presidenciales marcaban el Nuevo Milenio
boliviano, el retorno del Gran Pachacuti, el comienzo de la Semana de
Domingos y el Siglo de las Panzas Gordas.
Apenas tres meses después se hace clara la realidad, siempre tan cruel
ella, y resulta que tal magno evento no significó más que un sencillo grano
de justicia: si la mayoría de los bolivianos son indios, correcto es que los
gobierne un indio, sobre todo después de medio milenio de genocidio indio
constante.
Pero, bárbaros y niños como siempre, sus compatriotas quisieron ver en ese
indio notable, el primero en el Palacio Quemado, virtudes que no existen,
sabidurías que no abundan, grandezas legendarias y generosidades que
resultarían en verdad extrañas si en él se dieran: si algo hay admirable en
Evo es que haya logrado tanto partiendo de tan poco, gente diría que partió
de menos que nada.
Pero la historia es tal vez un poco injusta cuando pone en manos de este
pastor forzado a hacerse cocalero y proyectado por un embajador lenguaraz
hasta la Presidencia no sólo la suerte de una nación americana sino la de
los dizque seis millones de indios que pueblan esa nación.
Es injusta, es cierto, pero es inescapable: con Evo entraron en ese
detestable Palacio Quemado los seis millones de indios bolivianos que
gobiernan hoy a Evo, y con esos millones es y será juzgado Evo día a día no
sólo por la historia sino por el mundo exterior, que tan simpático lo viera
apenas en enero pasado.
Es extraño que sus amigos y asesores no le hicieran ver esa verdad aún antes
de que ganara las elecciones. ¿Es que nadie le dijo que fracasarían todos
los indios si Evo fracasaba? ¿Es que no hubo un solo amigo que le repitiera
la prudencia de sujetarse a la ancestral sabiduría del indio (si es que
existe) durante cada acto de gobierno? ¿Nadie le dijo que, sólo por ser
indio, sería juzgado por exigencias más duras y crueles que las que rigieron
para sus antecesores mestizos?
Humano como es, le costó bastante variar sus costumbres. Antes dormía en
diferentes camas cada noche porque sus enemigos le buscaban el cuero para
perforarlo. Antes aprendió las mañas del zorro porque los perros de presa no
le daban pausa. Antes podía respirar un tantico mejor cada que vez que
llegaba al Chapare, que veía como tierra de amigos.
Pero ahora es el rey del mundo, o poco menos. Tiene un ochenta por ciento de
apoyo entre sus compatriotas. Ocho de cada diez lo quieren, por lo menos
hasta la próxima encuesta. Indios mucho más limitados que Evo hubieran
permitido que los humos se le subieran a la cabeza, eso es claro.
Pero nada excusa el Caso Bakovic.
Visto desde cerca o desde lejos, el Caso Bakovic es un caso de barbarie,
abuso del poder, atropello de derechos humanos elementales, error político
estúpido o, en una palabra, una melgarejada.
Sólo Melgarejo hubiera cometido una idiotez de semejantes volúmenes para
creer luego que se saldría con la suya. Se necesita creer que se puede ir a
las Uropas por el desecho para cometer un Caso Bakovic. Es necesario tirar
por la ventana ese tan mentado ama llulla, ama quella, ama sua, para enviar
manifestantes pagados con fichas de colores para forzar el injusto encierro
de un hombre que hiciera historia chica en el Servicio de Caminos desde que
puso el pie en ese antro. Es necesario haber bebido más de la cuenta para
desperdiciar el capital personal y político nacional a internacional ganado
desde diciembre en un episodio tan claro, tan bárbaro, tan repugnante, tan
rematadamente estúpido.
Si, como Melgarejo, ordenó Evo, "¡Me lo meten a San Pedro y busquen
pruebas!", como dicen que dijo, ahora Evo debería estar rezando a sus dioses
ancestrales porque ese inocente de casi setenta años no se le muera en San
Pedro porque si se le muere, adiós Evo, el carismático indio Pachacuti
salvador de imperios y resucitador de pueblos.
Sólo nos quedará el caudillo de cabeza caliente y errores brutales, el
cabecilla del malón sin leyes ni principios, el que justificó la imagen del
indio como salvaje, quemador de cadáveres, comedor de carne humana y otras
lindezas horribles que se lanzan contra su raza.
Pero Evo es original si en verdad es algo. No sería raro que hiciera algo
muy, muy original en este caso. No me sorprendería mucho que demostrara que
es más macho que muchos machos y se plantara ante una cámara de televisión y
dijera, con sus propias palabras, "Si, me equivoqué, y lo lamento. Si, debí
haber dejado que la justicia, así fuera esa nuestra justicia, se ocupara de
este asunto. Si, he cometido un error terrible contra este hombre. Ahora
pido lo que pide él mismo, un juicio que distinga a los culpables, a los
inocentes, a los idiotas y a los malvados".
A diferencia de sus antecesores, Evo puede intentar una corrección parcial
del Caso Bakovic sincerándose con sus gobernados. Puede poner las cosas en
su lugar tras decir cuatro frases en público. Puede demostrar que ese
ochenta por ciento que le apoya no se equivoca. Puede ser macho como nunca o
casi nunca fueron machos los notables que le antecedieron en ese horrible
Palacio Quemado.
O puede mirar por la ventana y descubrir que el negro poste de Villarroel
sigue allí, esperando que otros gobernantes cometan horribles errores.
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