Por: Víctor Montoya
La presente obra, publicada hace diez años atrás con
el título de “Antología de antologías”, es un abanico que muestra lo mejor del
cuento boliviano desde principios del siglo XX. En opinión de Néstor Taboada
Terán: “Los mejores cuentos de Bolivia es un libro de largo aliento.
Tienen que darse muchas generaciones de cuentistas para superar este libro
insuperable. Además, aquí está lo importante, es la obra creadora de más de un
siglo y están presentes los autores que han excedido en calidad natural y
moral. Lo mejor de lo mejor”.
Esta compilación, reeditada en 2014 por el Grupo Editorial
Kipus y gracias al empeño, investigación y entusiasmo del narrador César
Verduguez Gómez, ha sido elaborada sobre la base de una amplia información que
proviene de ciento noventa y dos antologías de cuentos, en español y otros
idiomas, y varios estudios literarios realizados en torno al tema en
publicaciones nacionales e internacionales. Por lo tanto, no es casual que, al
final del libro, se encuentren los datos de las obras consultadas y la
bio-bibliografía de los autores implicados en esta antología que, sin lugar a
dudas, constituye ya uno de los referentes más importantes para los estudiosos y
lectores en general.
Si bien es cierto que los textos, diferentes en
temática y extensión, llevan la impronta de los autores dedicados a cultivar el
cuento como uno de los más exigentes géneros literarios, es cierto también que conllevan
los aspectos subjetivos del compilador, quien, a la hora de seleccionar los trabajos
que merecían figurar en esta antología, puso a prueba su intuición, sus conocimientos
y su apreciación personal, consciente de la cantidad no es lo mismo que la calidad
y que los cuentos debían reflejar el particular estilo de cada autor.
En este sentido, y al margen de toda consideración extraliteraria, no cabe la menor duda de que éste fue el criterio adoptado por César Verduguez Gómez en la elaboración de este volumen que, ahora que sale a la luz en su segunda edición, no deja de ser un magnífico regalo para los lectores acostumbrados al goce estético con lo mejor de nuestra literatura.
No en vano el mismo antólogo, a tiempo de justificar el porqué de la inclusión de los autores en “Los mejores cuentos de Bolivia” (Antología de antologías II) manifestó: “El hecho de estar en muchas antologías significa que (sus obras) han sido seleccionadas por la calidad del escritor. Mi trabajo ha sido reunir esa calidad en una cuestión numérica, pero el hecho de que formen parte de muchas selecciones establece que son obras de gran valía”.
Es posible que la crítica mal intencionada no se deje
esperar y que, como en otras ocasiones, arguya que esta obra no es la más
representativa de la cuentística boliviana, ya que como en toda antología, por
muy erudita y “completa” que fuere, no siempre “están todos los que son, ni son
todos los que están”.
Sin embargo, valga recordar, aquí y ahora, que todo encomiable
esfuerzo por rescatar y consignar lo mejor de la narrativa boliviana, es digno
de ser valorado no sólo porque el tiempo que tomó la elaboración del proyecto,
sino también por el significativo aporte a las letras nacionales, que necesitan
de estudiosos serios como César Verduguez Gómez, para que las creaciones de los
autores bolivianos se conozcan y reconozcan en el concierto de la literaria
continental y universal.
Los autores que conforman esta obra, de acuerdo a los
parámetros que se trazó el compilador, debían tener cuentos publicados en al
menos diez antologías, ya sean nacionales o extranjeras. Así nos enteramos, por
ejemplo, que los cuentos de Augusto Céspedes fueron publicados en 42
antologías, de las cuales 24 insertaron su cuento “El pozo”; un precioso relato
ambientado en la Guerra del Chaco que, según la crítica especializada, es el
cuento cumbre de su libro “Sangre de mestizos” y uno de los mejores de la
literatura nacional.
Un dato que merece destacarse es el hecho de que en la
antología se incluyó también el cuento “En las montañas” (Justicia India) de la
escasa producción narrativa de Ricardo Jaimes Freyre, a quien se lo conoce,
sobre todo, como a uno de los grandes innovadores de la poesía modernista
latinoamericana y no así como a cuentista de buenos quilates. Otro dato, no
menos sorprendente, es el hecho de que el cuento “Tempestad en la cordillera”,
de Walter Guevara Arze, esté en once antologías, sobre todo, si se considera que
éste fue el único cuento que escribió el autor, quien, de no haber sido ganado
por la actividad política y la vida parlamentaria, pudo habernos legado una
vasta y exquisita obra literaria.
Esta antología, desde todo punto de vista, reúne en sus
páginas a los escritores más connotados de todos los tiempos. Desde los más clásicos,
como Oscar Cerruto, Porfirio Díaz Machicao, Adolfo Costa du Rels, Augusto Guzmán, Adela
Zamudio, María Virginia Estenssoro, Raúl Botelho
Gosálvez,
Néstor Taboada Terán y Adolfo Cáceres Romero, entre otros; hasta los
escritores contemporáneos, que nacieron en la segunda mitad del siglo XX, como
Manuel Vargas, René Bascopé Aspiazu, Alfonso Gumucio Dagrón, Marcela Gutiérrez,
Homero Carvalho, Adolfo Cárdenas, Víctor Montoya, Edmundo Paz Soldán, Giovanna
Rivero y Erika Bruzonic, entre otros.
Algunos autores participan con
dos cuentos en esta antología, debido a la cantidad de menciones obtenidas en
otras obras consultadas. Éste es el caso de Adela Zamudio, que figura con “El
vértigo” y “ El velo de la purísima”; Augusto Céspedes con “El Pozo” y “La
Paraguaya”; Oscar Cerruto con “El Circulo” y “Los buitres”; César Verduguez
Gómez con “Hay un grito en tu silencio” y “Por nada en tus ojos”; un detalle
que, además de entregarnos lo mejor de la prosa creativa de cada autor, nos
permite saber que hay cuentos que tienen un alto valor literario, tanto por el buen
tratamiento del tema como por las técnicas narrativas empleadas en el género
literario que nos ocupa.
La mayoría de los cuentos están escritos con un
lenguaje intenso y una economía de palabras que elimina las descripciones
supérfluas, conforme el lector no pierda el hilo argumental ni el efecto
narrativo, en vista de que el cuento, a diferencia de la novela, no está
concebido para ser leído por capítulos ni demora en llegar al desenlace, que
está calibrado con tanta precisión como las primeras frases. “En un cuento bien logrado,
las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”,
escribió Horacio Quiroga en el “Decálogo del perfecto cuentista”.
Estos
cuentos, embellecidos por la imaginación y enardecidos por la pasión escritural, son
una prueba clara de que los bolivianos cuentan con narradores de alto vuelo,
capaces de hilvanar la realidad y la fantasía en un texto literario que,
algunas veces, rompe con el frío esquema gramatical, sintáctico o semántico,
para dar paso a otros recursos lingüísticos que permiten crear y recrear nuevas
formas de expresión artística con el lenguaje coloquial, que es el principal
instrumento de trabajo de los artesanos de la palabra escrita.
“Los mejores cuentos de Bolivia” (Antología de
antologías II), compuesto por cuarenta y tres autores y cuarenta siete cuentos, es una verdadera joya
para quienes tienen preferencia por la narrativa breve, donde cada frase posee
un significado concreto en armonía con la totalidad, ya que en el cuento, constituido
por introducción, nudo y desenlace, los hechos están estructurados de manera
centrípeta y la historia narrada puede ser leída de principio a fin, en pocas
páginas y en poco tiempo.
En esta obra antológica, que es todo un cofre de
textos bien escritos, no faltan los cuentos que deslumbran por su calidad
intrínseca ni los cuentos que tienen un final inesperado, que sorprende al
lector más avispado y exigente de nuestra literatura.
Al cabo
de la lectura de “Los mejores cuentos de Bolivia” (Antología de antologías II),
donde los personajes y los temas son tan variados como la misma composición
sociocultural del país, uno tiene la súbita sensación de que las historias
narradas nos invitan a sumergirnos en una suerte de caleidoscopio, donde se
proyectan mundos hechos de realidad y fantasía, y donde los lectores pasan a
ser los cómplices de las aventuras y desventuras de los personajes diseñados
por la capacidad creativa de los escritores y escritoras, quienes dedicaron lo
mejor de su talento en exaltar las virtudes del cuento, que es el príncipe
entre los géneros literarios por su fuerza, precisión y elegancia.
Datos sobre el autor
César Verduguez
Gómez (La Paz,
1941). Profesor, editor, cuentista, novelista y fabulista. Obtuvo el Primer
Premio de cuento, Oruro, 1969, con Las
Serpentinas del Diablo, Gran Premio Franz
Tamayo, 1970, La Paz, con su libro de cuentos El Hombre Detenido, publicado dos años después en Buenos Aires, con
el título de Lejos de la Noche.
1er.Premio del semanario Aquí, 1980,
con No juguemos a la Revolución, Primer
premio del Concurso nacional de Cuento en Cochabamba, 1992, con el libro
Un gato encerrado en la Noche.
Finalista en los Concursos de Novela
Erich Gutentag, de 1968 y 1994. Presidente de la Unión Nacional de Poetas de
Cochabamba, 1995. Fundó el PEN-Bolivia (2da. Fundación) y presidió el mismo de
1995 a 1998. Vivió en Curitiba,
Brasil. Sus cuentos fueron traducidos y
publicados en diversas antologías nacionales y extranjeras. Es autor de las
siguientes obras: Cuentos: Mirando al
Pueblo, Once, Cuentos de Espanto, Rehúsa
si te ofrecen morir en USA, Noviembre desnudo, Llorando se fue, El jorobado de
Punata. Novelas: Las Babas de la Cárcel, Vivo en la misma
soledad de tu sepulcro, La noche mordida por los perros, El rincón de los
olvidos. Fábulas: Fábulas de
Verduguez, El tordo y las nubes. Antologías:
Las Serpentinas del Diablo, sus cuentos
premiados, El cuento en las Américas, Los mejores cuentos de escritoras
bolivianas, La fábula en Bolivia, Miedo, susto y pavor. Didáctica: Papel y Lápiz, Iniciación Literaria, Arte de la Declamación, técnica y
antología. Artes Plásticas: Historia
del Arte, Educación Artística, Dibujo Arquitectónico, Dibujo Técnico.
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