De las Urnas a las máquinas: El primer voto electrónico en Bolivia
Para Amalia
Por Luis Adolfo Flores Ramírez
Son las diez de la mañana del jueves 24 de abril del 2008. A esa hora, el colegio San José de El Alto se prepara para vivir un momento trascendental e histórico. Desde las ventanas de sus aulas se divisa con nitidez el pico nevado del Huayna Potosí, aún inmune a los efectos del calentamiento global que está derritiendo nevados y glaciares de otras latitudes cercanas. En breve, a esa aula entrarán unos 600 estudiantes que con la emoción de la primera vez inaugurarán, sin proponérselo, una era en las votaciones estudiantiles de esta institución educativa: la elección mediante el voto electrónico.
Esta escena hipotética de lo que ocurrirá tal día en el colegio San José, será una prueba, o más bien digamos un pequeño ensayo de los cambios que la tecnología está llamada a propiciar en todo el sistema democrático boliviano.
En países como Estados Unidos o cercanos como Brasil el voto electrónico ya no es ninguna novedad. Desde hace algún tiempo, en muchos países de Europa, los ciudadanos eligen a sus dirigentes políticos colocando el dedo sobre una pantalla.
El referendo que se celebró en Venezuela, en diciembre pasado, se hizo mediante el voto electrónico. Aunque el uso del computador despertó temores de fraude entre la oposición del país, los resultados que fueron desfavorables para el Gobierno del presidente Hugo Chávez, despintaron las dudas de la oposición.
Están condenadas a desaparecer las papeletas marcadas con unas equis, muchas veces repintadas, lo mismo que las intimidantes tintas indelebles que manchaban el índice o el pulgar, y que en las calles distinguía al votante del abstencionista.
El voto electrónico, entre otras cosas no sólo ahorra papel, sino tiempo. Las horas que se invertían en contar papeles, trasladar cajas con papeletas de sufragio, que muchas veces se perdían o sufrían cambios en el camino, empiezan a ser historia. Ahora las urnas también son electrónicas.
Lo mismo que el conteo de los votos. Programas de computadores creados e instalados especialmente para los procesos electorales, permiten conocer en cuestión de horas los resultados de las votaciones. En ese sentido, cito nuevamente un ejemplo cercano: en Venezuela los resultados del referendo, al que acudieron más de 10 millones de votantes, se conocieron tres o cuatro horas de que se cerrara la última urna.
En Colombia, otro país cercano, los resultados preliminares de las votaciones que reeligieron al actual gobernante, Álvaro Uribe, se conocieron dos horas después de haberse sellado la última urna con boletas de papel. En ambos casos, eso se logró gracias a los softwares creados especialmente para contar los sufragios.
Desde el momento en que los estudiantes del colegio San José, presionen el botón derecho de un Mouse de un computador, podrán contar los segundos para conocer los resultados del que será su nuevo representante estudiantil para el próximo período.
Hasta aquí pareciera que la intención del artículo es alabar y destacar nada más las ventajas y los cambios que está suponiendo la tecnología para los procesos electorales. En realidad, he tratado de plantear un abrebocas de una tendencia que parece irreversible en el mundo democrático contemporáneo, y que desde luego, como todos los inventos que están bajo la manipulación humana, el de la votación electrónica no estará exento de vicios y del clientelismo político. Porque las transformaciones en las herramientas de votación son útiles y necesarias, pero lo más importante en el fondo es que haya una evolución en el pensamiento con valores democráticos de nuestras clase dirigente. Ojalá lograran mejorar a la velocidad de la tecnología también. Pero no dejemos que el sentimiento de catástrofe nos invada, mejor cedamos al contagio de los estudiantes y esperemos las lecciones de la histórica votación que habrá en el colegio San José.
Es realmente satisfactorio este ensayo que puede cambiar el curso de la historia electoral del país.
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