¡ALTEÑO SOY...Y QUÉ!
Por Marco Alberto Quispe Villca
Que diferente es hablar de El Alto antes y después de octubre del 2003. Que diferente se siente entender y comprender los sentires, los pensares y los actuares de los alteños, que diferente es ahora dirigirse a la condición del ser alteño.
Si bien es cierto que existen más alteños nacidos en El Alto, tengo el tinkaso que el alteño se lo reconoce por su condición de apropiación del territorio. El alteño no necesariamente nace, se hace; es la persona asimilada a los gustos y disgusto culturales de la ciudad de El Alto.
Los datos nos dicen que los alteños bordean el millón de habitantes, que hay más mujeres que hombres, que la población es más joven, que vive en su mayoría por cuenta propia y que se autoreconocen fundamentalmente como aymaras.
El alteño es resultado de recorridos y movimientos permanentes, en cada barrio ha sido capaz de impregnar la huella de su vida, de su memoria y fundamentalmente de su pueblo. Por eso mismo El Alto pareciera ser el Pueblo Mayor que alberga a otros cientos de pueblos menores.
Cuando uno mira la historia de El Alto, mira también esas manos de miles de alteños que contribuyeron con esa historia, por eso no me canso de señalar que El Alto, por definición es una ciudad autoconstruida y por tanto es una ciudad que nació desde la lógica misma de los propios alteños; más allá de los planes de desarrollo de la tecnocracia. El Alto se hizo para sí misma.
Ahora para los alteños mirar al pueblo no ha sido suficiente, el hecho de moverse por otros territorios como Buenos Aires, Sao Paulo y Madrid le ha permitido actuar de otra manera, más cerca de la comprensión sobre la modernidad sin dejar sus lazos tradicionales con su comunidad de origen. Por eso el alteño, en la época de fiesta retorna a la comunidad. Son tiempos donde la tierra llama, para contarse los unos con los otros, sobre la vida más allá de El Alto.
En ese marco El Alto se va transformando, cada color de pollera y manta esta pensada desde la 16 de Julio para ser fabricada al otro lado del mundo, cada ropa confeccionada en los barrios alteños esta siendo consumida por otros no bolivianos, al igual que cada mueble y cada joya, cada chalet construida en el penthouse del edificio estas pensada para emular los otros vistos en el mundo, cada ritmo musical es asimilado por los usos y costumbres de los alteños; sino me creen vasta darse una vuelta por El Alto.
El Alto de hoy se sigue movimiendo, así como se mueve la tierra. El Alto necesita saber del mundo y viceversa, el mundo necesita saber de El Alto, en la misma dimensión que el acto de rebelión de octubre de 2003, donde El Alto le grito al mundo.
Así se vive el orgullo de ser alteño.
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