Este martes nos puso al día sobre la fórmula boliviana favorita para obtener resultados: los bloqueos. El Alto, con el segundo conglomerado urbano mayor del país después de Santa Cruz, llevaba 48 horas con su plan de bloquear el acceso a la ciudad desde Senkata, donde se encuentra la planta distribuidora de combustibles para la región occidental, exigiendo que el Gobierno empiece a ejecutar un convenio para colocar alcantarillas y gas a domicilio en esa gigante ciudad altiplánica. El resultado inmediato del bloqueo fue una aguda escasez de combustibles en La Paz: el 50 por ciento de los vehículos de transporte público estaban sin gasolina, diesel o gas, de acuerdo a la información que dieron los bloqueadores y dirigentes del transporte. Miles de personas que requieren del transporte público para movilizarse se vieron paralizadas o tuvieron que cancelar sus planes de la jornada, y quizá de las siguientes. La Paz estaba otra vez como en aquellos días de principios de la década.
El Gobierno envió apresuradamente a tres de sus ministros para negociar una solución al reclamo de los alteños. Ese mismo día hubo un arreglo, cuyo costo más visible e inmediato, fuera de las angustias ocasionadas al público, fue la verificación de que la doctrina del bloquea y ganarás no está en desuso ni ha perdido eficacia. Por el contrario, está más vigente que nunca.
Curiosamente, el hambre por combustibles reapareció pocos días después que el presidente de YPFB nos asegurara que para 2014 la empresa producirá 74 millones de metros cúbicos de gas natural, casi el doble de la producción actual y justo lo que el país requerirá para cumplir sus compromisos con Brasil y Argentina (30 a 31 millones de metros cúbicos diarios y 27,6 mm3d respectivamente), y dejar un saldo para el consumo interno (8 mm3d) y para El Mutún (8 mmd3).
Alborozo de El Alto aparte, la pregunta que muchos se hacían era si Bolivia efectivamente dispondrá de esa producción para dentro de tres años. Actualmente produce unos 41 millones. En menos de tres años debe aumentarla en un 75 por ciento. Y algo que no se explica es que la industria petrolera trabaja a largo plazo, no para dos o tres años. Sus inversiones son gigantescas para Bolivia: 1.800 millones de dólares anuales en áreas donde probadamente hay hidrocarburos, y 4.400 millones donde "probablemente" los hay. No he visto noticias de ese volumen de inversiones en los últimos años. El principal síntoma de activación de la industria hidrocarburífera es la perforación de pozos. Para el año pasado YPFB había presupuestado dos (escuchen bien: dos, versus más de 60 anuales de la década de 1970). El verdadero volumen del hallazgo de Aquío por parte de la francesa Total estará comprobado sólo en 2020, cuando se afirma que será capaz de producir 18 millones de metros cúbicos diarios de gas. Creo que no hace falta una calculadora para sostener que el combustible que hoy entra a su vehículo, comenzó a ser explorado hace bastante más de una década.
Pero si la primera autoridad petrolífera es la que afirma que llegaremos pronto a producir 74 mm3 diarios, hay que creerle.
Veremos que nos dice en 2014. Sin embargo, si está en lo cierto, ya deberíamos tener en marcha planes petroquímicos, gasoducto al Mutún y otros preparatorios para ese período de abundancia gasífera, pues esos planes tampoco aparecen de la noche a la mañana. Nadie quiere que los bloqueos provengan de una eventual escasez, menos del reclamo por obras no ejecutadas.
El autor es periodista
http://haroldolmos.wordpress.com
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