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20/3/13

Tecnología y seguridad

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Es deseable que las instituciones demuestren la utilidad de los sistemas de monitoreo

La Razón / La Paz

01:25 / 20 de marzo de 2013

Aunque al respecto hay un debate aún no resuelto del todo, lo cierto es que la tecnología de vigilancia comienza a ser implementada en el país, y es posible imaginar que pronto dará noticias sobre su utilidad y efectividad. La conflictiva zona de la Ceja de El Alto puede ser un buen ejemplo, pues allí ya funcionan algunas cámaras de seguridad en las calles.

El 6 de marzo, en la celebración del aniversario cívico de esa ciudad, el Alcalde alteño anunció que 32 cámaras de vigilancia estaban siendo instaladas en la zona tristemente célebre por ser, además de la más transitada, una de las más inseguras por la constante presencia de malhechores. Días después, el Director de Seguridad Ciudadana de ese municipio aclaró que en una primera fase se instalarían 15 cámaras, y el resto,  en los próximos meses.

Una visita de este diario al centro de monitoreo instalado en la zona, en el edificio de la Alcaldía Quemada, permitió constatar que en realidad son cuatro las cámaras en funcionamiento, y que en las dos primeras semanas de actividad han servido para detectar y evitar al menos 80 casos de robos menores, accidentes automovilísticos y de peatones, y de indigentes que molestan a los transeúntes, según un reporte de la mencionada autoridad.

Las y los policías encargados de la sala de monitoreo, que funciona 24 horas al día con un equipo de 16 personas repartidas en tres turnos de ocho horas, afirman que el sistema de vigilancia permite literalmente seguir a las personas sospechosas y hasta identificarlas, pues las cámaras son móviles y los lentes tienen capacidad de acercamiento de hasta 350 metros. Para evitar que alguien intente dañar el sistema de vigilancia, no se ha revelado el sitio exacto donde estos equipos están emplazados.

Como parte del mismo sistema, también se han instalado altavoces que permitirán a los vigilantes lanzar alertas e instrucciones a los transeúntes, lo que sin duda tendrá un efecto interesante en la medida que la gente se sabrá observada y, posiblemente, deje de repetir comportamientos reprochables, como ignorar las señales de tránsito, orinar en la vía pública u otros. Por ahora, los parlantes permanecen inactivos.

Con todo, el debate al que se hace referencia al inicio cuestiona la existencia de estos dispositivos, pues, mal mirados, pueden ser observados como la manifestación más nítida de estado de cosas basado en la vigilancia y persecución de los individuos. Frente a la amenaza de la delincuencia, resulta difícil tomar partido en contra de este sistema de seguridad ciudadana. Es, pues, deseable que las instituciones demuestren la utilidad de estos sistemas de monitoreo, lo que se logrará fácilmente con tan sólo disminuir los índices de inseguridad allí donde funcionen las cámaras de vigilancia combinadas con la acción policial.


La Razón. 

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