Elisa Medrano * |
La Ceja, el principal punto de comercio, de locales de baile y de todo
tipo de "negocios" de la ciudad de El Alto, continúa siendo un lugar
peligroso. Aunque las principales oficinas policiales están cerca del
lugar, los delincuentes siguen atemorizando a los eventuales
transeúntes y a los moradores de ese sector. Innumerables noches y
madrugadas, de tanto pasar y repasar por el puente que está al
comienzo de la Autopista o cerca de la calle 2 y avenida 6 de Marzo,
he visto cosas increíbles. A eso de la medianoche, a la una, dos o
hasta las tres de la mañana no hay policías rondando por el lugar. Al
pasar por una vereda, una persona es asaltada por malhechores que se
esconden en la oscuridad.
No falta alguna muchacha que grita porque le acaban de robar la
cartera o alguna mujer que corre detrás de un ladrón porque le robaron
el sombrero. A esa hora también es habitual, todos los días, ver a
gente ebria recogiéndose a sus casas, peleando con otros ciudadanos o
simplemente esperando un vehículo que esté dispuesto a llevarlos,
porque habitualmente los choferes prefieren evitarlos.
Pero nadie hace nada, nadie mueve un músculo por ayudar a quien está
en desgracia. ¿Por qué?, porque cerca de la Alcaldía Quemada y a dos
cuadras de la FELCC de El Alto existen pandillas que portan armas
blancas y están listas para atacar a cuanta persona intente oponerse.
Una señora que vende chicharrones a dos bolivianos, hasta eso de las
dos de la mañana, también expresa su temor. Prefiere no inmiscuirse en
riñas o asaltos a transeúntes porque de hacerlo su negocio y ella
misma corren peligro. Todos los días y a todas horas, dice, siempre
hay alguien pidiendo auxilio, pero nada se puede hacer, simplemente
observar. Ella sabe quiénes son los malhechores de tanto que les ve
actuar, pero no los identifica por temor a represalias.
¿La Ceja podrá algún día ser un lugar donde el pan de cada día no sea
la delincuencia o la borrachera?
De poco o nada sirvió que los vecinos de El Alto hubieran irrumpido y
quemado, en octubre de 2007, bares y prostíbulos en ese sector de El
Alto y en otras zonas de esa urbe. A los dos años de esos hechos, los
locales continúan funcionando como si nada hubiera pasado. En 2008
reforzaron su seguridad, pero ahora eso no es necesario porque, para
ellos, todo volvió a la normalidad.
Hay quienes piensan que pasar por la Ceja de noche o de madrugada es
de valientes y así parece ser porque es una zona peligrosa para
quienes se recogen tarde de su trabajo y deben pasar por ese lugar
para tomar un minibús rumbo a su casa, pues los taxis son peligrosos y
los radiotaxis demasiado costosos.
Si los policías pusieran puestos de control y estuvieran en ellos, el
temor de transitar a altas horas de la noche por ese sector sería
menor.
* Editora de Regiones
Editorial La Prensa 19 de octubre de 2009
http://www.laprensa.com.bo/noticias/19-10-09/noticias.php?nota=19_10_09_edit2.php
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